Estilos y consecuencias del consumo de cristal
Es habitual fumar las metanfetaminas en una pipa de vidrio, de manera similar al crack de cocaína, y dejar un residuo que puede volver a fumarse, con efectos que quizá duren de seis a ocho horas, con dosis aproximadas de 10 a 50 mg. De inmediato provoca una sensación intensa o “destello” (rush), que sólo dura unos minutos, y se describe como extremadamente placentero, conocido como la “luna de miel” con la sustancia, pues es una etapa que tiene relación estrecha con las actividades que se quieren llevar a cabo o los logros por obtener; es un periodo muy productivo.
Además, hay ausencia de sueño, estado de alerta, disminución de fatiga, aumento de la frecuencia respiratoria, hipertermia, reducción del apetito, mejoría del estado de ánimo, mayor iniciativa, autoconfianza y capacidad de concentración; en muchas ocasiones euforia, incremento de la actividad motora (lapsos de mucha energía) y habla rápida. Asimismo, mejora el rendimiento de las tareas mentales sencillas, y aunque las personas pueden trabajar más tienden a cometer más errores.
En el terreno deportivo, el rendimiento físico de los atletas es más alto, lo cual ha favorecido el abuso, al grado de inaugurar el doping.
El efecto farmacológico de las metanfetaminas se produce por la liberación de dopamina, relacionada con la experiencia de placer y satisfacción, por tanto mejora el estado anímico, estimula la motilidad e induce una gran dependencia. Con el fin de intensificar los efectos deseados, algunos incrementan la dosis habitual y la frecuencia o cambian la forma de administración; dejan de comer y dormir en ese lapso, esto se conoce como “corrida” (run), y llegan a consumir hasta un gramo cada dos o tres horas durante varios días, hasta acabar con la droga o estar demasiado alterado para continuar usándola (nida 2000, 3). Además, se ha reportado que estos individuos exhiben una compulsión por armar y desarmar objetos mecánicos.
El abuso crónico puede provocar un comportamiento psicótico, caracterizado por paranoia intensa, alucinaciones visuales y auditivas, comportamiento violento, confusión y fatiga e incluso ataque cardiaco y derrame cerebral. Cuando la persona se abstiene, presenta síntomas como irritabilidad, depresión severa, ansiedad, fatiga, paranoia con tendencia suicida u homicida, delirios (sensación de insectos caminando bajo la piel, lo cual provoca que se “rasque” hasta lesionarse), comportamientos violentos y un deseo intenso por la droga.
Además, la metanfetamina es un estimulante asociado con cambios en la estructura y función del cerebro, deterioro en la memoria, razonamiento y coordinación motriz, incluso puede causar deterioro de dientes, temblores, convulsiones, lesiones irreversibles de los vasos sanguíneos cerebrales y provocar derrames, problemas respiratorios, irregularidad de los latidos del corazón y anorexia extrema; en algunos casos, los síntomas psicóticos pueden persistir por más de diez meses o años después de iniciar la abstención. También puede manifestar deterioro progresivo en la vida social y ocupacional.
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David Nava - Webmaster
Consejero en Adicciones