Articulo - ¿Qué son las drogas estimulantes?

¿Qué son las drogas estimulantes?

Los estimulantes son sustancias que aumentan el estado de vigilia, combaten el sueño, producen una sensación de energía incrementada y, a dosis elevadas, estados de excitación extrema. Entre las sustancias estimulantes se encuentran las anfetaminas, metanfetaminas ( cristal ), la cocaína, crack ( piedra ), la estricnina, el café, el té, el chocolate y la nicotina. Esta última combina efectos estimulantes y depresores, por lo que la consideraremos en forma separada.

En la Clínica de Rehabilitación de Adicciones Edward Dowling contamos con el más alto y certificado nivel de atención en servicios de rehabilitación de pacientes con adicción al consumo de estimulantes. Nuestro equipo de tratamiento realizará las pruebas, evaluaciones para comprender bien su situación y realizar un diagnostico y diseñar un plan personalizado e individualizado de rehabilitación.

Los estimulantes se dividen en agentes menores y mayores.

Agentes estimulantes menores

Artículo - Agentes estimulantes menores

Los estimulantes menores incluyen el café, el té y el chocolate, todos ellos parecidos en su estructura química, porque son metilxantinas. Su patrón de abuso es bastante estereotipado y por demás frecuente. Probablemente sean las drogas psicoactivas más utilizadas en el mundo, sobre todo si incluimos los refrescos o sodas, algunos analgésicos y remedios contra la gripa que contienen cafeína. ¿Cuánta gente conoce usted que no puede trabajar o estudiar, o hasta sólo platicar, si no tiene una taza de café o té enfrente?

Existen personas que toman tanto café que se les puede considerar como crónicamente intoxicadas, mientras que otras son particularmente sensibles: una sola taza de café les produce ansiedad, irritabilidad, insomnio, sudoración, taquicardia y hasta diarrea. Hay informes sobre ataques de pánico en sujetos susceptibles después de haber tomado tres o cuatro tazas de café fuerte.

El abuso de café, té o chocolate no se ha caracterizado en términos de adicción, sin embargo, existen referencias acerca de la aparición del síndrome de abstinencia después de suspender bruscamente la ingesta prolongada de grandes dosis de estas xantinas. Usualmente este síndrome se manifiesta con periodos de depresión, somnolencia, astenia y adinamia (flojera) que no son graves y desaparecen gradualmente.

No se ha establecido una relación directa entre el consumo de café y el riesgo de cáncer o defectos genéticos (malformaciones congénitas); sin embargo, sí se ha visto que el café puede disminuir la probabilidad de embarazo, aumentar el riesgo de aborto espontáneo y de bebés con peso más bajo que los de madres que no tomaron café durante el embarazo. Otra relación clara entre el consumo de café y el riesgo de enfermedades cardiacas ha sido detectada: a aquellos individuos que consumen más de cinco tazas de café diariamente tienen dos y media veces más probabilidad de sufrir insuficiencia coronaria y niveles altos de colesterol que personas que no toman café.

Agentes estimulantes mayores

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De los estimulantes mayores, la cocaína, el crack ( piedra ), las anfetaminas y las metanfetaminas como el cristal representan las sustancias de abuso más frecuente. Referidas en términos urbanos como speed (velocidad, en inglés), ice, hielo, vidrio, piedra, polvo, etc., han sido tomadas, fumadas e inyectadas por sujetos adictos.

El abuso de las anfetaminas fue importante en los años 60 y 70 cuando su disponibilidad era más fácil, pues no se requería prescripción médica para adquirirlas. Después disminuyó su uso reservándose para casos de obesidad, narcolepsia (crisis de sueño) o hiperactividad. Existen todavía médicos y charlatanes que ofrecen tratamientos para la obesidad a base de anfetaminas. Se ha demostrado que estos tratamientos son cuestionables y de poco éxito, además de riesgosos.

Las anfetaminas también han sido utilizadas por atletas para mejorar su desempeño. Aunque este efecto es relativamente menor, es suficiente para hacer la diferencia en una competencia internacional cerrada. Por supuesto, el uso de cualquier sustancia en competencias deportivas está estrictamente prohibido (el llamado doping).

Mencionaremos aquí que existen numerosas sustancias con efectos que actúan por medio de mecanismos similares a los de las anfetaminas, pero cuyos efectos son mucho menos marcados que los de éstas. En este caso se encuentran algunas gotas para la nariz que contienen efedrina, fenilefrina, pseudoefedrina, fenupropanolamina, propilexedrina, nafazolina, tetrahidrozolina, oximetazolina o xilometazolina.

El abuso de las anfetaminas y metanfetaminas ( cristal ) adquiere en ocasiones un carácter compulsivo. El adicto se inyecta grandes dosis de la droga —usualmente metanfetamina— aumentando progresivamente la frecuencia de administración y la cantidad. Al principio, el sujeto se siente con mucha energía, entusiasta, dinámico, feliz, confiado, optimista y hasta poderoso; duerme poco y se complica en proyectos ambiciosos, tiene dilatación pupilar, boca seca y aumento de la temperatura. Después del primer día, y a medida que aumenta la dosis, los efectos tóxicos empiezan a aparecer: confusión, desorganización de la conducta y del pensamiento, repetición de actos sin sentido, irritabilidad, nerviosismo, miedo. Después de algunos días de consumo repetido puede haber crisis de psicosis paranoica con actitudes agresivas y antisociales gratuitas, sin razón aparente, e incluso alucinaciones.
Al final de estos periodos, que duran usualmente de cinco a siete días, el sujeto duerme largo tiempo, hasta varios días, y al despertarse se muestra aletargado, hambriento y bastante deprimido. Usualmente estas personas se automedican con varias drogas, de manera que buscan combatir los efectos colaterales de un fármaco con los efectos primarios de otro, complicando las consecuencias.

Estos efectos de "rebote" después del uso intensivo de anfetaminas pueden resultar fatales: se han reportado casos de muerte en sujetos que, después de haber pasado por un periodo de consumo excesivo, se quedan dormidos con un cigarro prendido. Esta persona, incapaz de despertarse, termina asfixiada o quemada.

El abuso de cocaína ha ido incrementándose de manera alarmante, particularmente en los países desarrollados y en ciertos estratos de la población de países menos desarrollados. Los usuarios de cocaína describen sus efectos euforizantes en los mismos términos que con las anfetaminas; sin embargo, la duración del efecto de la cocaína es mucho más breve: su vida media es de alrededor de 50 minutos, mientras que la de las anfetaminas es de cerca de 10 horas, y la de la metanfetamina de cinco.

El patrón de uso de la cocaína es variable: la droga se vende en forma de polvo, el clorhidrato, frecuentemente mezclado con manitol, algún azúcar (lactosa, dextrosa, sacarosa), inositol, quinina o procaína. Esto con objeto de "alargar" o "cortar" la cantidad de cocaína pura que se le vende al cliente. Su vía de administración usual es la nasal, aunque también se ha utilizado inyectada o inhalada (a ésta última forma se le llama crack).
El uso de la cocaína es al inicio intermitente, pero se ha estimado que del 20 al 25% de los sujetos que tienen la posibilidad de adquirir la droga se vuelven usuarios regulares y dependientes. Los efectos iniciales de la droga, aumento de la energía del sujeto y de su sociabilidad, se ven reforzados por el medio social, pero a medida que la dependencia avanza, el reforzamiento social disminuye y es sustituido por el relacionado con la droga.

Además de la administración nasal, la cocaína se consume en forma pura o como pasta, en ambos casos inhalada en pipas o en cigarrillos. Estas formas producen una adicción más intensa y de presentación más rápida (¡en ocasiones, después de una o dos exposiciones!) que cuando se aplica el alcaloide por la nariz.

Cuando se fuma cocaína pura, el llamado crack, llega al cerebro en 8 o 10 segundos, produciendo una sensación de calor que se describe como intensamente placentera. Este efecto dura sólo de tres a cinco minutos, seguido de una depresión que puede durar de 10 a 40 minutos.

El crack y otros tipos de cocaína pura pueden ocasionar la muerte en sujetos susceptibles: por hemorragia cerebral (producida por el aumento brusco de la presión arterial), por bloqueo de la conducción nerviosa del corazón, trastornos del ritmo, infarto del miocardio, por insuficiencia cardiopulmonar, coagulación intravascular, insuficiencia hepática o renal, convulsiones y depresión respiratoria.

La cocaína disminuye el umbral convulsivo, siendo las convulsiones la complicación neurológica más frecuente. Las mujeres que consumen cocaína durante el embarazo son más susceptibles a tener abortos espontáneos en el primer trimestre y ocurrir muerte fetal en el último trimestre. La ingestión de cocaína puede causar el inicio brusco de contracciones uterinas e hiperactividad fetal. Entre los sujetos que usan frecuentemente la cocaína no es raro el reporte de alucinaciones táctiles (sensación de animalitos en la piel) y visuales (como luces de nieve), automatismos (tics), paranoia y alteración de la conducta. La cocaína tiene un potencial de abuso importante y la dependencia psíquica se establece rápidamente: mientras más se usa, más se desea. La interrupción brusca del consumo prolongado de la droga se acompaña de depresión, angustia, intensa preocupación por conseguir el fármaco, y después por fatiga y necesidad de dormir. Al despertar, el sujeto está hambriento pero sigue somnoliento, deprimido e incapaz de sentir placer. El estado de ánimo se recupera al cabo de algunos días, aunque la depresión puede persistir por algunas semanas. Este cuadro, aunque no se ha considerado como de abstinencia verdadera, puede conducir al sujeto a continuar el uso de la droga con tal de evitar su aparición. Los estados de dependencia psíquica y física a la cocaína, sin embargo, son indudables.

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