¿Qué son los ansiolíticos e hiponóticos?
Los ansiolíticos e hipnóticos son los fármacos psicotrópicos más prescritos y los que presentan mayores tasas de abuso en los países desarrollados, sobre todo en las mujeres mayores de 65 años. Las benzodiacepinas (BZD) y los fármacos Z (zolpidem, zaleplón y zopiclona) son las pastillas tranquilizantes y para dormir más prescritas en la actualidad. En los años 60 (del siglo pasado) supusieron un gran avance, en comparación con otros fármacos hipno-sedativos que las precedieron. Hoy en día, sin embargo, existe una gran controversia con respecto a su efi cacia y también a su seguridad, particularmente para los pacientes que tienen antecedentes de trastornos adictivos, para los que consumen alcohol u opiáceos —aunque sea en forma de analgésicos opiáceos por prescripción— y también para las personas mayores.
Los estudios de seguridad se hicieron con personas que solo tomaban BZD, pero los pacientes que abusan de alcohol y/o drogas las suelen consumir junto con ellas, y la sumación de efectos depresores sobre el Sistema Nervioso Central (SNC) (de las BZD, los opiáceos y/o el alcohol) puede producir una pérdida de conciencia y una parada respiratoria, que es potencialmente mortal, si no se revierte la sobredosis.
Por otro lado, las BZD pueden producir una disfunción cerebelosa —reversible— que induce síntomas de incoordinación motora, los cuales aumentan el riesgo de accidentes, caídas y lesiones, sobre todo en las personas mayores.
La mayoría de personas que toman ansiolíticos e hipnóticos consumen bebidas alcohólicas al mismo tiempo, lo cual aumenta la gravedad de la intoxicación aguda. Incluso personas mayores que mantenían un consumo de bebidas alcohólicas no problemático pueden empezar a presentar caídas, pérdidas de conciencia transitorias y sobredosis, a partir del inicio del tratamiento con algún ansiolítico o hipnótico.
Los ansiolíticos e hipnóticos son sustancias adictivas, ya que producen efectos de rebote, tolerancia, abstinencia y dependencia o adicción. El efecto de rebote puede producir un empeoramiento progresivo de los síntomas (de ansiedad o insomnio) y el efecto de tolerancia puede llevar a un incremento progresivo de las dosis diarias. Cuando una persona se encuentra en un estado de abstinencia aguda, una nueva dosis de BZD tendrá un gran impacto reforzador negativo, lo cual dejará un recuerdo imborrable del intenso y agradable efecto de alivio de la ansiedad que puede llegar a producir la abstinencia (tanto aguda, como prolongada) de BZD. Dichos cambios neuroadaptativos, debidos al consumo prolongado de BZD, van a difi cultar considerablemente un objetivo terapéutico de reducción de dosis y van a hacer casi imposible su retirada, sobre todo cuando el paciente no desea dejar de tomarlas.
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David Nava - Webmaster
Consejero en Adicciones